miércoles, 19 de noviembre de 2014

Yo llevé las manos cortadas del Che Guevara de Bolivia a Cuba

Revelaciones del personaje que trasladó las manos cortadas al cadáver de Ernesto Che Guevara desde Bolivia hasta Cuba, para entregarlas personalmente a Fidel Castro.

History about the form in that the Juan Coronel carried the cut hands of Ernesto Che Guevara cadaver from Bolivia to Cuba to give them personally to Fidel Castro.

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NOTA PRELIMINAR.
Luego de que Ernesto Che Guevara fuera capturado en la quebrada del Yuro (Churo) y victimado al día siguiente, 8 de octubre de 1967, le fueron cercenadas las manos posiblemente con fines de constatación, antes de procederse a su incineración y entierro. Luego de un tiempo, las manos del líder guerrillero fueron trasladadas a Cuba por el boliviano Juan Coronel quien en 1995 realizó estas declaraciones que se reproducen, por el interés histórico que pudieran tener.

CÓMO TRASLADÉ LAS MANOS Y LA MASCARILLA DEL CHE”.
POR EDUARDO ASCARRUNZ R.
Antonio Arguedas Mendieta le entregó las manos y la mascarilla mortuoria del Che y le dijo “Tú verás qué haces con ellas”.
Tras el periplo de Juan Coronel, La Paz-Moscú, veinte meses más tarde, este hombre las trasladó de Moscú a La Habana.
“Saco la urna, acolchada de rojo, muy bien hecha, y entonces veo la máscara. Era ver la cara del Che. Se ve que no tenían los procedimientos adecuados para sacar una máscara de yeso y, cuando arrancaron, quedaron parte de los bigotes, barba, cejas y cabellos... Las dos manos, completas, en un frasco redondo de boca ancha, con un anillo de goma en la parte superior...”

Transcribimos la entrevista y, como en el caso del Diario, mantenemos en reserva la identidad del doble protagonista de los hechos que hoy recobran actualidad, pues se trata del mismo hombre, que prefiere guardar su identidad.

¿En qué circunstancias se involucra usted en la misión de sacar del país las manos y la máscara mortuoria de Ernesto Che Guevara?
Bueno, resulta que una mañana yo leo en la prensa que Antonio Arguedas estaba herido. Se trataba de un atentado perpetrado en la puerta del Hotel Torino. Le dispararon una ráfaga de metralleta. Arguedas acusó del hecho a unos militares, entre ellos Moisés Chiriqui y “Mulita” Paz.
La noticia me dejó boquiabierto.
En la clínica, Arguedas instruye que me busquen. Me llamaba con verdadera urgencia. Voy, y estando en la antesala, aparece Chiriqui, Paz y otros militares que pasan antes que yo, lo cual me sorprende. Los militares demoran bastante. Luego entro a la habitación.
Veo a Arguedas desconcertado y le digo: “Bueno, cómo es que me llamas con tanta urgencia y a estas personas, a quienes tú has acusado de ser los autores del atentado, los recibes y charlas con ellos tan prolongadamente”. Arguedas no tuvo una respuesta aceptable.
“Bien -pregunto- ¿para qué me has hecho llamar?”.
Sobre la marcha responde: “Mira, ahora mismo tú vas a casa”. Me indica la dirección, agrega: “Tienes que trabajar un poco. Te ruego que recojas la máscara y las manos del Che y, como la anterior vez, sabrás lo que haces”.
Una vez en la casa, me encuentro con su esposa (del primer matrimonio) y su hijo Carlos. Agarro una pica y empiezo a cavar. Le explico: las manos y la mascara estaban dentro de un cuarto, enterradas en el piso, que había sido totalmente cubierto de cemento. Repito: sólo estaban su primera esposa y su hijo. Luego de una hora de excavar veo una bandera boliviana y una cubana. Saco aquello. Recuerdo que el cuarto era un escritorio. Encuentro una urna con motivos tiawanacotas, muy bien cuidada, una placa que decía “Comandante Che Guevara”, la fecha de su nacimiento y la de su muerte.
Carlos me dice: “Mi papá dijo que esa placa era para mí”. “Tómala querido”, le entrego.
Saco la urna, acolchada de rojo, muy bien hecha, y entonces veo la máscara. Era ver la cara del Che. Se ve que no tenían los procedimientos adecuados para sacar una máscara de yeso y, cuando arrancaron, quedaron parte de los bigotes, barba, cejas y cabellos. Era una cara del Che al revés. Las dos manos, completas, en un frasco redondo de boca ancha, con un anillo de goma en la parte superior (cuello del frasco).
Me despedí de la señora y del hijo. Serían las 4 de la tarde. Caminé solo y pensativo: “Otra vez la improvisación. Y ahora, ¿qué hago con la máscara y las manos del Che en mis manos?”. “Estoy alojado en la casa de un pariente- me dije- y no puedo comprometerlo”.

¿Cómo planificó el operativo esta vez?
Bueno, salí a reunirme con unos amigos en un restaurante de El Prado, que ya no existe. Casi al frente del cine Monje Campero.

¿El restaurant OK, al lado de la vieja sede de la COB?
Sí, era un local de un solo salón. Me ubico en la mesa de costumbre.
Llegan Alberto Crespo Rodas, José María Alvarado y otros. Yo tenía el maletín a mi lado. Llega otro, lo levanta, lo coloca en otro lugar. Me pongo nervioso. Finalmente cenamos y tomamos unos tragos. Yo seguía pensando: “¿qué hago con esto? ¿Adónde voy? Un club nocturno sería una irreverencia”.
Aparece Jorge Sattori Rivera. Se me entra el alma al cuerpo. Era un amigo en el que podía confiar. Se sienta y le pido que no se vaya, que nos vayamos juntos porque teníamos que hablar. Terminamos de cenar, apuramos la última copa y, una vez en la calle, le digo, señalando el maletín: “Bueno, querido, aquí yo tengo un asunto que no sé donde dejar”. Le pongo al tanto.
¿Por qué a Jorge?, porque había sido militante del PIR, como yo. El se fue al PC, yo al MNR, pero yo tenía bastante confianza en él. Jorge me dice: “Por qué no lo dejamos en casa?”. Acepté.
Las manos fueron dejadas en casa de Jorge Sattori Rivera, fallecido en el accidente aéreo en que salvó la vida Jaime Paz Zamora. Eso que escribió Mario Rueda Peña y lo que dijo Jorge Suárez, que vieron las manos en una alacena, no es cierto. Yo he sacado eso cavando el piso cubierto de cemento. Jorge Suárez vivía al fondo, no en la casa principal, donde Arguedas ocultó la máscara y las manos. Entonces yo encuentro un poco difícil que Suárez y Rueda Peña hayan visto algo que estaba bajo tierra, repito, cubierto de cemento.
Entonces se trataba de cómo llevábamos las manos y la máscara. Conocía estas cosas, por ejemplo. Elizabeth Burgos, esposa de Regis Debray. Alguna vez me dijo que ella podía llevar. Ella decía que no había que complicarse mucho. “Tú mismo agarras y te embarcas”, me dijo en una oportunidad.

¿Recuerda la fecha?
Creo que estamos hablando de fines del 69.
Las manos estuvieron un buen tiempo en casa de Jorge Sattori. Organizamos el viaje. Jorge me dice un día: “He dado cuenta a la organización”. No le podía prohibir, él era militante del PC. Me dice que en el viaje querían acompañarme dos militantes del PC, uno de ellos Juan Coronel.
Sacamos los pasajes a crédito para embarcarnos rumbo a Europa. No viajé en el mismo avión con Juan Coronel. El PC me dijo que me iba a dar visa para ingresar en la URSS, en París o en Roma.
Llego a París. Voy al consulado ruso, miran mi pasaporte y me dicen que vuelva en quince días. Vuelo a Roma y ocurre algo parecido. Era la víspera de fin de año. Había acordado con Coronel que nos veríamos en el hotel Rosia de Moscú en fecha determinada.
Vuelvo a París y pregunto si no había alguna instrucción para que me den la visa. Negativo.
Decidí usar otro pasaporte.
Voy al consulado de Checoslovaquia y los checos me dicen que vuelva en quince días. Cuando me retiraba, me fijo en el pasaporte y veo que tenía visa checoslovaca y, la más difícil, visa de ingreso a Alemania Oriental.
Voy por ferrocarril a Praga y me encuentro con un amigo cubano. Le pongo al tanto de la situación.
El 31 de diciembre viajaba a Moscú con pasaporte cambiado. Llego al hotel Rosia, indago por mis amigos bolivianos y en la sección latinoamericana veo que no estaba alojado ningún boliviano.
Vuelvo a mi hotel, el Ucrania, donde paso el Año Nuevo.
Pasan los días y me acuerdo de un amigo soviético a quien conocí en Bolivia, Igor Ribalkin. lgor era la persona que debía contactarme en caso de que los amigos bolivianos no aparezcan, sobre todo Juan.
Una tarde subo a mi habitación, suena el teléfono. Era Igor Ribalkin Desde ese momento los soviéticos se hicieron cargo de mí y de mis gastos. Hicimos los contactos respectivos. Entonces yo dije que iban a la Habana, conmigo, dos bolivianos, aclarando que eran del Partido Comunista.
Por alguna razón que desconozco, de la Habana respondieron que prosiga yo solo. De manera que viajé con un funcionario de la Embajada de Cuba, a bordo de una nave de Aeroflot. Era un vuelo nocturno con escala en Argel y de allí a Rabatt.
Sobrevolamos el mar 12 ó 13 horas. Nadie explicaba nada. Nos preocupamos y en cierto momento el avión comienza a dar vueltas. Divisamos una isla. Aterrizamos y nos dimos cuenta de que se trataba de una base militar norteamericana, por los aviones con radar, cañones, tanques. etc.

¿De qué isla se trataba?
Habíamos aterrizado en las Bermudas. La base era alquilada por Inglaterra a los Estados Unidos.

La máscara y las manos del Che en una base norteamericana, quién lo diría. ¿Desperfectos? ¿Mantenimiento de rutina?
No, la única explicación que dieron es que habíamos tenido demasiados vientos en contra. Era un aterrizaje técnico. Los rusos pagaron en efectivo el derecho de aeropuerto y el combustible. Subieron militares norteamericanos y gusanos (disidentes cubanos protegidos por Estados Unidos). No tomaron fotos. Pidieron la lista de pasajeros y como yo estaba bajo no sé qué nombre, mi paso no fue registrado.
Cuando llegamos a La Habana, un diplomático que después fue embajador en Bolivia, me dijo: “Encendimos los radares y los rastreamos desde que salieron de las Bermudas”.
En la noche me recibió Fidel junto a otros dirigentes. Me agradecieron, dijeron que era algo impresionante.
Cuatro días después volví a Bolivia.
Con Fidel hablamos mucho del operativo, de la guerrilla de Ñancahuazú y de otros temas que sería largo referir.

Autor: Eduardo Azcarrunz R.: “Cómo trasladé las manos y la mascarilla del Che”
Fuente: Periódico “Presencia”. La Paz, 9 de diciembre de 1995.

1 comentario:

  1. Hola, mi nombre es Axel Arias y trabajo en el Ministerio de la Presidencia. Actualmente estamos trabajando en una serie de libros sobre la relación bilateral entre Bolivia y EEUU, misma que cuenta con respaldos fotográficos. En ese sentido consultar la condiciones para poder usar (reproducir) la foto de las manos del "Che" o que nos pueda indicar la fuente original de la foto. Gracias

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